(AP) — Lou Reed, el poeta punk del rock n’ roll que influenció profundamente a generaciones como líder de la banda de culto The Velvet Underground en la década de 1960 y siguió siendo un solista imprescindible durante décadas, murió el domingo. Tenía 71 años.
El legendario músico falleció en la ciudad de Southampton, Nueva York, de un problema de salud relacionado con su reciente trasplante de hígado, informó su agente literario Andrew Wylie, quien agregó que Reed había estado delicado de salud desde hace meses.
Reed compartía una casa en Southampton con su esposa y compañera musical, Laurie Andersen, con la que se casó en 2008.
El artista nunca se acercó al éxito comercial de superastros como los Beatles y Bob Dylan, pero ningún compositor surgido después de Dylan amplió en forma tan radical el territorio de las letras del rock.
Reed y The Velvet Underground abrieron la música rock a movimientos de vanguardia en el teatro experimental, el arte, la literatura y el cine, desde William Burroughs a Kurt Weill y Andy Warhol, quien impulsó a Reed en sus inicios.
Reed influyó en generaciones de músicos desde David Bowie y R.E.M. hasta Talking Heads y Sonic Youth.
Como se crió entre el sonido doo-wop y Carl Perkins, Delmore Schwartz y los Beats, Reed contribuyó a la conformación de los valores del punk, así como al carácter de la ironía en el rock alternativo y la música monótona y en acoger la experimentación del art-rock.
Reed tuvo como distintivos una monotonía de un sorprendente alcance y poder emocional; una guitarra agresiva y agotadora; y letras que eran complejas pero coloquiales, diseñadas para hacer que quien las escuchara se sintiera como si lo tuviera sentado a su lado.
Conocido por su mirada fría y características demacradas, Reed era un cínico y un explorador que parecía encarnar la cultura de las décadas de 1960 y 1970 del centro de Manhattan. Fue un artista tan esencial de Nueva York como Martin Scorsese o Woody Allen.
Para Reed, Nueva York era una ciudad harta, una urbe de drag queens, drogadictos y violencia, pero que al mismo tiempo era tan maravillosa como cualquier comedia de Allen; muchas de sus canciones exploraban el bien y el mal y buscaban la trascendencia.
El Indie rock esencialmente comienza en la década de 1960 con Reed y los Velvets; el punk, el new wave y los movimientos de rock alternativo de las décadas de 1970, 1980 y 1990 quedaron en deuda con Reed, cuyas canciones fueron interpretadas por R.E.M., Nirvana, Patti Smith y un sinnúmero de artistas.
“El primer disco de Velvet Underground vendió 30.000 copias en los primeros cinco años”, dijo alguna vez Brian Eno, quien produjo discos de Roxy Music y Talking Heads, entre otros. “Creo que todos los que compraron una de las 30.000 copias comenzó una banda”.
Reed tuvo un éxito en el top 20, “Walk on the Wild Side”, y muchas otras canciones que se hicieron populares entre sus admiradores, desde “Heroin” y “Sweet Jane” a “Pale Blue Eyes” y “All Tomorrow’s Parties”.
Después de ser un rebelde en sus primeros años, Reed al final terminó por presentarse en la Casa Blanca, la revista The New Yorker publicó sus escritos, PBS lo incluyó en un documental sobre los grandes maestros estadounidenses y ganó un Grammy en 1999 al Mejor Video Musical Versión Larga.
The Velvet Underground ingresó en el salón de la Fama del Rock and Roll en 1996 y su emblemático álbum debut “The Velvet Underground & Nico” fue incluido en el archivo de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos en el 2006.
Reed vivió muchas vidas en la década de 1970; inicialmente regresó y trabajó en la oficina de su padre y después competía con Keith Richards como del astro del rock con las mayores posibilidades de morir.
Tuvo sus excesos de drogas y alcohol, subió de peso, y perdió aún más; el crítico Lester Bangs dijo de él que estaba “tan trascendentalmente demacrado que se había convertido en verdad en un tipo de insecto”.
En sus conciertos Reed hacía como que se inyectaba heroína, insultaba a los periodistas y una vez dio un puñetazo a David Bowie cuando este le sugirió que saneara su vida.
Sus álbumes en la década de 1970 se alternaron entre aquellos elogiados como experimentos audaces y los que fueron vilipendiados como fracasos vergonzosos. Pero en la década de 1980, dejó las drogas y publicó una serie de discos aclamados, incluyendo “The Blue Mask”, “Legendary Hearts” y “New Sensations”.
Dio algunos conciertos de reunión con The Velvet Underground y en 1990 participó en “Drella”, un homenaje para Warhol. Siguió recibiendo críticas favorables a lo largo de esa década.
———–
Siete canciones imprescindibles de Lou Reed
Lou Reed no fue un gran creador de éxitos, aunque sí fue un poeta del rock and roll que inspiró a generaciones de músicos y artistas. Su mayor hit, “Walk on the Wild Side”, encabeza esta lista, aunque todas son esenciales para escuchar:
1. “Walk on the Wild Side”, 1972: “Rasuró sus piernas y luego él era ella; ella dice hey bebé, camina por el lado salvaje”. Esta frase clave, tramposa y travesti se volvió parte de la cultura popular.
2. “Sweet Jane (en vivo)”, 1974. Originalmente una canción de Velvet Underground, esta grabación volvió a vivir cuando Reed la interpretó en vivo, y nuevamente en 1994, cuando la dulce versión de los Cowboy Junkies fue incluida en la música de la película “Natural Born Killers”.
3. “Satellite of Love”, 1972. Sin importar que sea una dulce melodía o el tranquilizante “bum bum bum” de los cantantes de fondo, esta canción de amor sigue siendo una de las mejores de Reed.
4. “Wild Child”, 1972. Un vívido retrato de la vibrante vida en Nueva York, con rencorosas guitarras de rock, incluye las líneas “los suicidas no necesitan notas” y “la vida es un teatro, plagado de derrames y fríos”.
5. “Dirty Blvd.”, 1989. Casi como si no hubiera pasado el tiempo, Reed vierte poesía sobre los ricos y pobres en este sencillo que canaliza la energía de su debut solista en 1972.
6. “Perfect Day” 1972. ¿Una irónica oda a las drogas o el sincero recuerdo del tiempo con el ser amado? De cualquier forma revivió con el soundtrack de la película “Trainspotting” en 1996, es un clásico y melancólico Reed.
7. “Coney Island Baby”, 1975. La entrega muda de Reed iguala el sensible mensaje y melodía de este clásico.